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Una
de las características del hombre
prehistórico es que es recolector. A través de su vida diaria iba acumulando
las pieles de los animales que cazaba, miles de pequeñas piedras para cortar
y matar a sus presas, también acumulaba dentro de sus cuevas todos
los objetos que veía en la Naturaleza
y le llamaban la atención.
El
hombre de la Era Antigua también le gustaba recolectar y acumular, así más
poderoso se consideraba, aunque
fuera un ignorante y un bárbaro. En la acumulación se encontraban los
botines de guerra y la posesión ilícita que los Reyes hacían de todo lo que
poseían sus súbditos.
En
la Edad Media los señores feudales y reyesuelos fundamentaban su poder en las
posesiones y más adelante en el Barroco se llega a la apoteósis del
poder a través de lo poseído. Los
palacios se recargaron de tantas cosas que hasta las paredes y techos
eran insuficientes para guardar tantas cosas.
La
Revolución Francesa, las guerras de la Independencia del Siglo XIX y las dos
guerras mundiales, con su alto poder destructivo le enseñaron al hombre que
para Ser solo es suficiente Ser.
Muchas
grandes almas perdieron todo en las guerras y siguieron siendo lo
que eran. Se definió el concepto de Ser y tener.
Pero
muchas personas, a pesar de lo evolucionado que está el mundo y la gran enseñanza
recibida sobre lo inútil de lo material a través de fuertes experiencias no
han aprendido la lección y siguen siendo tan recolectores como el hombre
prehistórico, tan pendientes de adquirir el botín como los antiguos
guerreros y tan superficiales en el deseo de poseer cosas como el hombre barroco.
Cuando
llegan fechas importantes como Navidad, Carnavales, días
de conmemoraciones varios, las gentes lo que hace es comprar. Cuando
se deprime se desahoga comprando. La gente trata de arreglarlo todo comprando.
¿Y después que hace con todo lo que ha comprado?.
Acumularlo
en sus casas y habitaciones hasta el punto en que tienen tantas cosas como
cuadros, cuadritos, porcelanas y porcelanitas, muebles y mueblecitos, peroles
y más perolitos que esas casas no difieren en nada de la cueva del hombre
prehistórico llenas de cachivaches, con la diferencia que son objetos más
sofisticados pero peroles al fin y al cabo. El hombre no ha evolucionado en
ese sentido.
El
Ser no tiene nada que ver con el tener. Usted
puede tener en su casa los
mejores objetos, en el Banco una buena suma de dinero, las mejores amistades,
títulos y no ser nadie. Como también no tener nada y Ser un ser
extraordinario, como lo fue Jesús. Pero también puede tenerlo todo y ser un
alma de gran evolución y renunciar.
La
Renuncia no es solamente externa si no interna.
Renunciar
es tener todo lo que se quiera y poderlo dar. No acumular cosas que roben
nuestra atención para poderla dedicar a aquello que es verdaderamente
importante en nuestra vida y es
la unión con nuestra Divina escencia
.
La
Renuncia puede ser interna en el sentido de tener todo lo que se quiera pero
sin apego a nada y aceptar con alegría el no tener cualquiera de esos objetos
en el momento menos esperado y poderlo dar en gozoso desapego.
La
Renuncia puede ser interna en el sentido de no tener posiciones mentales y
emocionales inamovibles. Estar dispuesto a desapegarse de ideas, conceptos,
sentimientos y emociones.
Todo
lo que tiene principio tiene fin, por lo tanto, apegarse a lo finito
es como no tener nada, porque en cualquier momento desaparece.
Lo
que no ha tenido Principio no tendrá
fin, cuando poseemos lo infinito
jamás perderemos. Esto quiere decir poseer a Dios en Amor y Conciencia.
Los
apegos y el deseo son la causa de
todo sufrimiento.
Todo
el mundo anda buscando la felicidad en las posesiones pero ningún objeto físico,
emocional o mental da la felicidad porque está contenido dentro del mundo
finito del tiempo y del espacio y por lo tanto tendrá fin.
Dios
en tu corazón es el único objeto de felicidad que jamás tiene fin porque
su Realidad está por encima del tiempo y el espacio, lo finito, lo perecedero,
la mente, emociones y materia.
Cuando
se tiene la parte sólo se tiene esa parte. Cuando se renuncia a la parte se
tiene la totalidad.
Piensa
que lo único que realmente tienes en la vida es tu conciencia y a través de
ella a Dios.
Las
Posesiones de todo tipo, internas y externas, los apegos a personas, actividades
y situaciones son cosas que nos distraen para distanciarnos de nuestro único
y verdadero propósito en la vida
que es perseguir en todo momento nuestra unificación con Dios.
Como
ejercicio interno es bueno detenerse en seguir adquiriendo; no continuar en la
carrera adquisitiva a la que nos somete la sociedad de consumo.
Tener
o no tener el ultimo disco, el ultimo
auto, la última moda, la última noticia o el más reciente perolito que un
mortal cualquiera haya inventado por moda, no aumenta el grado de crecimiento
interior y mucho menos el grado de unificación con Dios.
Comienza
a desprenderte de todo lo que no necesites y así estarás más libre de
correr hacia el abrazo de Dios que hace
años te está esperando.
De
todas maneras si no renuncias voluntariamente a lo que te impide unirte a
Dios, las circunstancias de la vida te lo indicarán y en última instancia
la muerte física te obligará a renunciar a todo de un solo golpe.
En
caso de irse del plano físico con apegos, en el plano post-mortem, se puede
seguir preocupado por tener y gozar lo que no se puede tener ni gozar por
falta de tener cuerpo físico, cosa que atrae un gran sufrimiento.
Usted
no puede renunciar con el deseo de obtener alguna recompensa, sea física o
espiritual, ya que si es así, usted está comprando algo con la renuncia y
por lo tanto no está renunciando a nada.
La
Renuncia se debe practicar por la Renuncia misma sin esperar nada a cambio.
La
Renuncia debe ser total, incluso el deseo de gozar de privilegios espirituales
como el de llegar al cielo. No se
debe desear sino lo que Dios le da
a uno en el momento “el aquí y el ahora".
"El
verdadero Santo es el que ha renunciado a todos los goces de la Tierra y a
todos los goces del cielo", San Francisco.
Comienza
a ser simple y sencillo. Ten lo necesario para vivir y servirle a Dios
dignamente. Todo lo innecesario regálalo y así tendrás menos obstáculos
que te separen de Dios.
Ve
hacia el desierto y vive el desierto. Allí te vas a encontrar con lo único
que debes tener. "Te vas a tener a
ti mismo". Sin nada que te distraiga los sentidos, o a que
apegarte. En el desierto se es
libre de ver, pensar y correr libremente sin que nada te
detenga. El sol abrasador del desierto es el fuego del Espíritu que
quema para purificar la carne de su escoria. La aridez del desierto es la
renuncia de todas las cosas,
hecho que nos permite ver hasta el final de todo lo visible y nos permite
saltar más allá.
La
soledad del desierto, es la desposesión física, emocional y mental
de cosas, sentimientos e ideas. Las cuevas del desierto son tu propio
interior, el único lugar donde debes refugiarte y protegerte.
El
árbol que deja caer a tierra sus frutos para alimento de los hombres sin ver
quien los toma o que hace con ellos, es renuncia. El árbol que después
de dar sus frutos deja que se caigan sus hojas y quedan solo sus ramas es más
renuncia. El árbol que permite que sus troncos sean Combustible para el
fuego es todo renuncia. El árbol que se convierte en fuego ha dejado
de ser un vegetal para convertirse en Dios. Ya sabes lo que tienes que hacer.
El
silencio es Renuncia. Renuncia a decir, Renuncia a opinar. Renuncia a
pronunciarte. Renuncia.
La
soledad es una oportunidad que nos da Dios para que estemos con El. "yo
no estoy solo, yo estoy conmigo y Dios nos acompaña".
En
la Renuncia vive el Alma y muere
el cuerpo; en la posesión vive el cuerpo y muere el Alma.
Renunciar
es rendir la voluntad de tu personalidad a la Voluntad de Dios Dejar de decir
"Yo hago", "Yo quiero" y decir "Hágase Señor Tu
Voluntad".
Amigo.
Ponte tu túnica azafrán de Sanyasin o renunciante y ve por el
mundo iluminando los corazones de los ciegos aprisionados en las
paredes de las apariencias materiales. Agarra tu cuenco y pídele a todo el
que veas su Voluntad, su Sabiduría, su Amor, su Belleza, Ciencias, Opulencia
y Perdón en ofrecimiento a Dios para el servicio
y ascensión de toda la humanidad.
Ponte la señal en la frente de Mensajero
de la Luz. Así serás el verdadero Renunciante.

Cosas
a las que puedes renunciar:
A
ponerte bravo
A
discutir
A
figurar en una reunión
A
comprar cosas innecesarias
A
querer saber más que los demás
A
pelear
A
tener razón
A
ganar
A
estar cómodo
A
hablar
A
comer algo
A
un punto de vista
A
que te reconozcan
A
hacer lo que quieras
A
imponer tu autoridad
A
escuchar un chisme
A
gobernar a los demás
A
todo lo no esencial que te rodee.
A
escalar una posición
Al
apego con una persona
A
ser triste
A
ser carga para otros
A
ti.
RENUNCIANDO
OBTENDRAS A DIOS

Del
Libro “Cartas Metafísicas I -II-III-IV-V” de Rubén Cedeño
Enseñanzas
del Maestro St. Germain.


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